La gallina y sus huevos perfectos
Quiero empezar compartiendo una historia que siempre guardaré entre los espacios de mi memoria infantil, y sí, tiene que ver con las gallinas. Cuando era pequeña pasé varios años de mi niñez yendo al estado Táchira, un lugar ubicado en los Andes, región montañosa que queda en la parte occidental de Venezuela y muy muy lejos de la capital, en donde vivo yo.
Nunca me consideré una persona de ciudad, disfrutaba y aún disfruto mucho de los momentos plácidos cerca de la naturaleza, los animales, cero ruido y gente aglomerada. En Táchira vivían unos tíos que tenían una pequeña finca, ir para allá era el mejor plan que me podía pasar en el día.
Mi parte favorita era convivir con los animales que allí estaban, no eran muchos, pero los necesarios para sentirme a gusto. Habían un caballo marrón, unos pavos que a cada instante graznaban, un lago natural lleno de cachamas y una balsita de bambú con la que podíamos meternos al agua, unos patos y por supuesto, muchas gallinas.
No puedo explicar lo mucho que disfrutaba entrar al pequeño gallinero y estar rodeada de todos esos animales majestuosos y ruidosos también, me gustaba verlas, alimentarlas, intentar tocarlas -varias se dejaban agarrar y al acariciarlas se quedaban tranquilas-, y poder agarrar sus huevos tan perfectos para dárselos a mi tía, siempre que decía para ir a agarrarlos yo me ofrecía rápidamente y así poder ir al gallinero y convivir con ellas.
Quiero pensar que a ellas también les gustaba mi presencia, que se sentían tranquilas así como yo lo estaba, siento que cuando estás cerca de los animales ellos pueden sentir tú vibra, tus intenciones y que al verte indefenso, se acercarán a ti y buscarán interactuar de igual forma, sé que es así, nuestra aura es muy perceptible sensitivamente y todos estamos conectados energéticamente y vibramos en las mismas frecuencias, animales, naturaleza y humanos.
Recuerdo tantas cosas que hacía en ese lugar que puedo verlas como en panel mental y sonreír pues son momentos que atesoraré siempre...
Cuando volvemos a experimentar pequeños o grandes momentos pasados que nos llenaron de felicidad genuina nuestra vibración se alinea inmediatamente con el espacio-tiempo en el que estamos y esa energía siempre saldrá a la luz, literal.
¿En algún momento de sus vidas no han sentido esa sensación de plenitud al interactuar con los animales y que tú energía se dispara por todos lados? ¡Así con ese aro de luz en la foto!, ¡Los leo!.
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